Y en el Palacio de los Deportes entró aire fresco. Aire de confianza, de trabajo, de seguridad. Y aire de victoria. El que mejor huele, el que cura todos los males. Tras cinco derrotas consecutivas, el Robusta Clavijo logró un triunfo de calidad ante un Chocolates Trapa Palencia combativo, pero que echó de menos al lesionado Grimau y a su defensa, inoperante. Pero el cambio de rumbo no lo provocó el mal ajeno, sino el pundonor propio. El trabajo de Erik Quintela, Moto o Coggins. Y la fe. La confianza para convertir la dificultad en oportunidad.

En un partido loco, con dos mitades bien diferenciadas, el Clavijo, por fin, no se desconectó en ningún momento, algo que se echaba de menos hasta el momento. Y así se fraguó el triunfo, con esa dosis de necesidad y trabajo que, unidas, alegran en las victorias difíciles.

Fue tras el descanso cuando los riojanos lograron abrir la primera brecha (55-48, m. 24) tras la aportación de Erik Quintela, Gutenius y Yates, que sacó una personal. Los últimos 60 segundos se hicieron eternos (91-82).