Lesiones en las práctica deportiva : Generalidades
miércoles, 29 de marzo de 2006 -

La Traumatología Deportiva requiere experiencia en el conocimiento del deporte, de sus características y de sus demandas, ya que el tratamiento de cada lesión y su pronóstico están determinados por estos parámetros. La colaboración de distintos especialistas, entre los cuales destaca el Fisioterapeuta, es de gran importancia para obtener los mejores resultados posibles.

Un estudio llevado a cabo por fisioterapeutas de la Universidad de Victoria (Australia) en el año 2001 concluyó que las lesiones que se producen jugando al baloncesto se repiten de forma constante y siguen una pauta muy homogénea. En este deporte, la incidencia de daños y su gravedad ha demostrado ser muy similar en todos los grupos incluidos en este trabajo: sujetos de mayor o menor altura, con más o menos horas de entrenamiento, con más o menos minutos de juego, etc. La investigación, publicada en el “Journal of Science and Medicine in Sport”, concluyó que la articulación del tobillo es, con diferencia, la más castigada por las lesiones. En la mayoría de los casos se trata de esguinces provocados por apoyos imperfectos de la planta del pie al caer después de un salto. En muchas ocasiones, los ligamentos laterales de la articulación son los que se lesionan con mayor severidad. En concreto, este estudio pone de manifiesto que padecen más esguinces los baloncestistas que no se vendan los tobillos, los que no realizan estiramientos durante el calentamiento, los que cuentan con una historia previa de problemas en esta articulación y los que utilizan zapatillas con cámara de aire. Parece, pues, incuestionable, que el conocer ciertos aspectos generales sobre las lesiones en la práctica deportiva es de especial relevancia en lo que a una correcta prevención de las mismas se refiere. Veamos algunos de estos aspectos:

 

1. Causas:

           

            1.1. DEBILIDAD INTRÍNSECA:

La debilidad intrínseca se refiere a que cada persona tiene una conformación anatómica que favorece ciertas lesiones y no otras. Por ejemplo: las personas con pronación excesiva de los pies (“pies zambos”) pueden presentar dolor en la rodilla cuando corren distancias largas. Sin la corrección adecuada en cada caso, el riesgo de lesión crónica es elevado, porque en todos los deportes se producen movimientos específicos repetitivos.

1.2. SOBRECARGA:

La causa más frecuente de lesión muscular o articular es el uso excesivo de un músculo o grupo muscular. Si se continúa con el ejercicio cuando aparece el dolor se puede empeorar la lesión. Cada vez que se someten a esfuerzo los músculos, algunas fibras se lesionan y otras usan el glucógeno disponible. Debido a que sólo las fibras no lesionadas o aquellas que conservan una función glucolítica adecuada funcionan bien, el ejercicio intenso solicita el mismo esfuerzo para menos fibras, aumentando la probabilidad de lesión. Las fibras tardan 48 horas en recuperarse y aún más para reponer el glucógeno.


Los deportistas que trabajan a diario deben someter al esfuerzo las diferentes regiones del cuerpo. La mayoría de los métodos de entrenamiento recogen el principio de difícil-fácil, es decir, ejercicio intenso un día y con un ritmo más lento el día siguiente. Si un deportista entrena dos veces al día, cada trabajo intenso se debe seguir de tres esfuerzos leves. 
  

1.3. FACTORES BIOMECÁNICOS:

Los músculos, tendones y ligamentos se pueden lesionar cuando están débiles para el ejercicio (se pueden fortalecer mediante ejercicios de resistencia, con pesos progresivos). Los huesos se pueden debilitar por osteoporosis. Las articulaciones se lesionan con más frecuencia cuando los músculos y ligamentos que las estabilizan se encuentran débiles.

El factor biomecánico que produce con más frecuencia lesiones en el pie, pierna o cadera es la pronación excesiva (giro del pie después de contactar con el suelo) durante la carrera.

 

2. Diagnóstico:

           

            Después de una anamnesis y exploración física adecuadas (p. e.: inicio agudo o subagudo, cambios en el entrenamiento, equipamiento, superficie…) se debe considerar la posibilidad de remitir al paciente a un especialista para realizar las pruebas complementarias oportunas (radiografía simple, gammagrafía ósea, radiografías de esfuerzo bajo anestesia general, TC, RM, artroscopia, electromiografía, pruebas fisiológicas asistidas por ordenador).

 

3. Prevención:

           

3.1. CALENTAMIENTO: implica ejercitar los músculos de forma relajada durante unos minutos antes de un esfuerzo intenso. Unos pocos minutos de ejercicio pueden elevar la temperatura muscular hasta los 38 ºC, haciendo que el músculo sea más elástico, fuerte y resistente a la lesión.


3.2. ESTIRAMIENTO: no previene la lesión, pero puede mejorar el rendimiento, alongando los músculos para que puedan desarrollar un esfuerzo mayor. El estiramiento se debe realizar tras el calentamiento u otro ejercicio. Para evitar una lesión directa, no se debe hacer un estiramiento superior al que se pueda mantener durante 10 segundos.


3.3. ENFRIAMIENTO: (descenso progresivo hasta detener el ejercicio) puede prevenir el mareo y el síncope. En una persona que hace ejercicio intenso y se detiene bruscamente, la sangre se puede quedar estancada en las venas dilatadas, produciendo mareo y síncope. El enfriamiento mantiene el aumento de la circulación y ayuda a eliminar el ácido láctico del torrente circulatorio. No previene el dolor muscular del día siguiente (“agujetas”), que está producido por lesiones de las fibras musculares.

 

4. Tratamiento:

 

En primer lugar se recomienda el tratamiento agudo de la lesión mediante control del dolor y reposo de la parte lesionada (por ejemplo, uso de férula).


El tratamiento inicial para la mayoría de las lesiones deportivas se resume bajo el acrónimo “RICE” (siglas anglosajonas para aludir a “reposo, hielo, compresión y elevación”). El reposo debe comenzar inmediatamente para reducir al mínimo la hemorragia, la lesión y la tumefacción. El hielo limita la inflamación y reduce el dolor. La compresión y la elevación reducen el edema.

La parte lesionada debe estar elevada. Sobre ella se debe colocar una bolsa de frío o llena de hielo picado (que se adapta mejor) o en cubitos envuelta en una toalla. Se aplica un vendaje elástico sobre la bolsa de frío y alrededor de la parte lesionada sin comprometer el flujo sanguíneo. Después de 10 minutos se retiran la bolsa y el vendaje, pero se mantiene elevada la zona lesionada. Se alternan 10 minutos con frío y sin éste de 60 a 90 minutos, varias veces al día durante las primeras 24 h.

       
INYECCIONES LOCALES DE CORTICOIDES. Las inyecciones de corticoides periarticulares o intraarticulares pueden aliviar el dolor y reducir la inflamación, y son un complemento útil a los analgésicos y el reposo. Sin embargo, también inhiben la función de los fibroblastos y el depósito de colágeno, por lo que pueden retrasar la cicatrización. Las inyecciones de corticoides reducen de forma significativa la vascularización del tendón, que puede producir necrosis, aumentando el riesgo de rotura. La inyección se debe hacer en la proximidad pero no en el espesor del tendón. Los tendones de carga que han sido infiltrados son más débiles que los no infiltrados durante unos 15 meses. Las inyecciones intraarticulares repetidas pueden hacer que el cartílago pierda su aspecto hialino y se vuelva blando y con fibrilación. Las inyecciones esporádicas pueden evitarlo.


DEPORTES ALTERNATIVOS. El paciente debe evitar la actividad o el deporte hasta que se produzca la curación. Se debe recomendar un deporte diferente que no sobrecargue la zona lesionada. Este tipo de ejercicio ayuda a mantener la forma física. Cada semana de reposo suele precisar 2 semanas de ejercicio para recuperar el nivel previo.


Artículos Relacionados :
Ningún artículo relacionado